
La escena ocurrió en ‘La Piragua’, una cerrajería ubicada en el Centro de la ciudad de Montería, donde solicitudes como esta son comunes y corrientes. La costumbre de algunos clientes de llevar moldes en jabones, plastilina, barro y hojas de papel es tan vieja como el mismo negocio, que ya cumplió 45 años.
El dueño del local, Omar Echeverría, que aprendió el oficio de su padre, se abstiene de complacer a esta clase de clientela porque le genera desconfianza. Él considera que generalmente quienes hacen estas peticiones no son los dueños de las llaves y usan las copias para fines ilícitos. Según él, ellos se delatan.
“Aquí entran con desconfianza y no quieren hablar delante de otros clientes. Hace cinco días que vino alguien pidiendo una copia en un jabón. Yo simplemente les digo que eso es para robar y que vayan al CTI o la Policía, que allá se la hacen”, cuenta el comerciante.
Por su sinceridad y negarse a prestar sus servicios, se ha ganado más de un insulto. Pero él pone sus condiciones y la principal es que solo puede sacar la copia si le entregan la llave original. “Uno no puede caer en eso porque no es posible hacerlo y tampoco porque soy un ignorante.
Estas prácticas, de acuerdo con la experiencia del cerrajero, se dan entre las domésticas u otros empleados que aprovechan la ausencia de sus jefes para hacer sus fechorías. “Cuando los patrones no están en casa, imprimen la llave en cualquier cosa. Como ven tantas películas creen que hacer una igual es fácil”.
Pese a esos ofrecimientos, que vienen en otras ocasiones de mujeres que le prometen darle lo que él pida por su trabajo, Omar Echeverría prefiere seguir trabajando sus llaves por la vía que él considera legal, que le ha garantizado éxito y prosperidad a su negocio por casi cinco décadas.
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