viernes, 25 de abril de 2014

TRES COMADRES EN LA RONDA DEL SINÚ


Cuando Natalia Pérez salió de su casa, no se imaginó que su lengua tendría mucho trabajo en la mañana. Justo a las nueve y quince cuando caminaba tranquila por la ronda del Sinú, se encontró con Milena Cuestas y Daniela Montes, sus dos amigas de toda la vida.

Ahí fue Troya.  Buscaron una banca cercana y de inmediato sin tener que ponerse de acuerdo, iniciaron la recreación más común a la  que estaban acostumbradas: el comadreo.  En esas estuvieron por más de dos horas, tiempo durante el cual torcieron y enderezaron el mundo, alardearon de sus éxitos, lloraron sus fracasos y como es común en estos casos, hablaron de  alguno que otro chisme del barrio que las vio crecer.  Ni siquiera el desfile que con bombos y platillos cruzaba por la avenida, las distrajo de tan escatológica conversación. Agotada la temática, cada una regresó a sus labores cotidianas.  Natalia, más apurada, porque dejó el arroz puesto en el fogón.


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